La facción de Los Chapitos sufre un debilitamiento estratégico tras el asesinato en Ciudad de México de El Panu, uno de sus principales jefes de sicarios.
La guerra interna que divide al Cártel de Sinaloa desde hace más de un año se intensificó con el reciente asesinato de El Panu, un jefe de pistoleros clave para la facción de Los Chapitos. Este homicidio, ocurrido en el corazón de Ciudad de México, representa una clara afectación a la capacidad operativa de los hijos de Joaquín Guzmán Loera.
La disputa por el control de la estructura criminal enfrenta a Los Chapitos contra la facción de Los Mayitos, encabezada por Ismael Zambada, y se agudizó tras la detención de figuras centrales hace más de un año. Aunque las autoridades mexicanas mantienen un hermetismo sobre las estadísticas internas del conflicto, la evidencia de los últimos meses indica un patrón de ataques dirigidos.
Murió Cecilia Giménez, autora de la famosa «restauración» del Ecce Homo de BorjaFuentes del gobierno estadounidense, que monitorean de cerca la dinámica del cártel, han señalado que los golpes directos están mermando la fuerza de la facción de los hijos de El Chapo. El Panu era considerado uno de los pocos hombres fuertes que seguían activos y coordinando operaciones en la primera línea de la disputa territorial.
La eliminación de líderes operativos como El Panu expone la vulnerabilidad de la estructura de Los Chapitos frente a sus adversarios. Este tipo de incidentes, que trascienden los límites del estado de Sinaloa y se ejecutan en la capital federal, sugieren una ampliación del espectro geográfico y táctico del conflicto.
La pérdida continua de cuadros operativos sugiere que la facción rival está logrando ejercer una presión significativa sobre el aparato militar de Los Chapitos, inclinando el balance de poder interno.
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