La fractura interna de la coalición anti-Houthi que controla el sur de Yemen reaviva las tensiones por la unidad territorial y amenaza con una nueva escisión.
La crisis en Yemen se agudizó tras la toma de poder de los rebeldes Huthi en Saná a finales de 2014, lo que provocó una intervención militar liderada por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos en 2015 para apoyar al gobierno reconocido. Este conflicto consolidó profundas divisiones políticas, económicas y sociales que han fracturado el país de manera permanente.
El cese de hostilidades impuesto por la coalición saudí en marzo de 2022 estabilizó las líneas de fuego, resultando en un control territorial bipolar. Los Huthi dominan el noroeste, que alberga a dos tercios de los 40 millones de habitantes de Yemen, incluida la capital, Saná, y mantiene una administración paralela.
Estados Unidos cree que hay varias bromas poco apropiadas para niños en ‘Bluey’: allí llega censuradaEl resto del territorio quedó bajo el control de una coalición heterogénea de fuerzas anti-Huthi, cuya base operativa se estableció en la ciudad portuaria de Adén. El objetivo fundacional de este bloque, respaldado por Riad, era lograr la reunificación de Yemen, revirtiendo la usurpación del poder por parte de los sublevados.
No obstante, la unidad de esta alianza en el sur atraviesa un momento crítico debido a tensiones internas. La fragilidad política en Adén ha reavivado las aspiraciones históricas de independencia en la región, poniendo en jaque el proyecto de restauración de la soberanía nacional completa.
La potencial escisión del sur no solo profundizaría la parálisis política de Yemen sino que complicaría la hoja de ruta de la comunidad internacional para lograr una solución negociada al conflicto, generando un escenario de incertidumbre territorial tripartita.
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